Ayer una amiga me preguntó cómo saber si estás enamorado. Como trato (nótese, TRATO) de dar las respuestas siempre concretas, le pedí un rato para pensarlo. Recordé la exquisita sensación que me da algunas vees en la guata cuando me acerco a mi pareja, y lo lindo que puede sentirse el tomar una mano o saber que hay alguien ahí, constantemente a tu lado para abrazar, tocar, acariciar y apoyar la cabeza. Recordé también las risas, las conversaciones y las discusiones. Las veces en que he sentido que las cosas no están bien, las angustias, y la alegría de saber que no eran ciertas. Recordé las penas y las lágrimas. Recordé las miradas y el deseo. Recordé, en fin, que estoy enamorada (nótese eso también E-NA-MO-RA-DA), y lo más hermoso, es que me siento igual de correspondida.

Cuando llamé a mi amiga para tratar de explicarle la extraña, temible y hermosa de esta mezcla, ¡la muy mala me salió con que era una especie de test! Y yo, por mientras, tratando de encontrarle una respuesta más cercana y sentida al asunto. De todas maneras, gracias amiga, por hacerme pensar y tener un día un poquito más feliz.