lunes, abril 24
Las zapatillas rojas

Hace mucho tiempo (bueno, ni tanto), había una dulce niña que colaboraba en la organización de un gran baile. La niña se reunía muy seguido con los organizadores del iba casi todos los días a un centro en que se reunía con algunos conocidos, buscando la forma de conseguir auspicios y longanizas gratis. En fin, esa semana caminó muchísimo y le dolían las patas, porque caminaba con sus botas mágicas que la hacían ver más alta.
Pero al fin llegó el gran día del baile. Y la niña estaba muy esperanzada, porque las cosas estaban resultando bien. El gran intendente Torrelli, después de dos semanas de negociaciones, por fin había conseguido los fondos. El carruaje estaba listo para traer a los músicos y bufones. Los deliciosos manjares y néctares aguardaban en la cocina del palacio y sólo faltaban los invitados (y sus $2.000 por cabeza) para que el baile diera inicio.
La niña no pudo irse directamente al baile, porque quería ponerse sus zapatillas rojas (las patas ya no le daban, pobre) y así poder bailar toda la noche. Así que se fue a su casa, agarró unos billetitos, se puso las zapatillas rojas y se fue al baile. Los músicos estuvieron soberbios y el bufón fue más de lo que esperaba. En fin, lo pasó bien, hizo de bartender (así era, no?) bailó con los tunos, tomó cervezas y degustó choripankas, y se fue a su casa escoltada por su maravilloso príncipe azul.
Cuando llegó, se sacó sus zapatillas rojas y la magia se acabó. Al día siguiente se quedó dormida, así que llegó con cara de poto a su oficina. Durmió todo el día sin que nadie se diera cuenta. Durmió mientras tomaba café, hablaba por teléfono y almorzaba... Y nadie pareció darse cuenta... Afortunadamente, las cosas parecieron resultar bien. No se pudo juntar mucha plata en el baile (que era a beneficio), pero tampoco se perdió mucho el esfuerzo. Y la niña pudo dormir tranquila esa noche.
Recién el sábado, cuando despertó pasadas las 12, se sintió recuperada. Pero también se dio cuenta que ya no era tan niña.
¿Será que necesito tomar gingseng?
- Galgani dice que:
Si señor, bartender era la cosa.
Por eso me caes tan bien, yo vi esa gala con otros lentes... tan oscuros...
Menos mal que soy bufonesco, y así paso piola y me voy con una sonrisa en la cara, muy temprano, antes que se caiga el echarpe. Al menos
Ojalá y se haya recaudado algo de dinero sólido- M C dice que:
No te imaginas lo valiosas que son las niñas de zapatillas rojas y como con cada uno de sus pasos nos demuestran lo generosas que son, dando sus horas de descanzo desinteresadamente por todas las causas del mundo.
- Geopolítica dice que:
No hay que tomar ginseng. Hay que irse a vivir a la playa. Isla Negra, ponte tú.
Taría weno, ¿verdá?
Chau, me gusta mucho tu blog. El diseño es total y el contenido es muy femenino.
Los bimos.