Desde antes de ayer, y hasta el 9 de diciembre, 190 representantes de distintos países estarán conversando, analizando y discutiendo las medidas a tomar desde el 2012, una vez que terminen los plazos y venza el Acuerdo de Kyoto.
Y una vez más, EE. UU. pretende no poner limitaciones a las emisiones de gases tóxicos ni a los niveles de contaminación que producen los gringos.

La reunión se dividirá en dos partes, la primera, contará con todos los representantes de países que firmaron en Japón en 1997, mientras que la segunda contará sólo con los 157 que ratificaron el acuerdo, excluyendo a EE. UU., que, luego de asumir Bush Jr., se negó a ratificar.
Es de esperar que a Georgie no se le ocurra desconocer los alcances de esta cumbre medioambiental, ya que los propios Estados Unidos son el país más contaminante del mundo, y, como no, afecta nuevamente a todos sus vecinos.
En las mesas de discusión se verán cara a cara los representantes de los gobiernos. Y sería bueno que alguno de ellos le aclarara a Georgie que, aunque no se ha demostrado ampliamente a nivel científico, el tsunami de Indonesia, la tremenda fuerza de las tormentas tropicales y el mismo Katrina, son producto del cambio que está afectando a nuestra tierra. Y que los efectos no son sólo climáticos, sino que afectan a millones de personas y a la economía mundial. Y ya que la vida parece ser poco valorada, quizás el factor platas sí que le importe.