martes, septiembre 25
Anoche soñé tristezas

Viento Negro, lleno de lodo, espantoso, sangriento, se puso de pie. Un hilo de sangre brotaba de su ojo derecho e iba a perderse en la comisura de los labios, pero con paso firme se adelantó y cogiendo el combo se puso a descargar furiosos golpes en la inclinada viga.

La sonrisa de orgullo satisfecho resplandecía en la ancha faz del ingeniero. Había domado la fierecilla y a cada furibundo golpe que hacía resbalar el madero sobre la roca repetía plácidamente:
- ¡Bien, muchacho, bravo, bien, bien!

El capataz fue el único que percibió el peligro, pero solo alcanzó a ponerse de pie. (...) Una llama azulada recorrió velozmente el combado techo del túnel (...). Los cabellos y los trajes ardieron y una luz vivísima, de extraordinaria intensidad, iluminó hasta los rincones más ocultos de la inclinada galería.


El texto pertenece a “El grisú”, de Baldomero Lillo. Tiene casi cien años y la realidad del pirquinero sigue siendo la misma…

¿Qué hacer, qué podemos hacer para que esta tristeza desaparezca?







1 Comments:
Blogger Unknown dice que:

gran autor, que le vamos a hacer, asi es la vida del pobre, pero cambiemosle el nombre a una calle... todos apoyan!! que wea mas loca este mundo

 

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¡La sorpresita de la semana!


O bue... fui yo. En algún tiempo y lugar.

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